En la Espiritualidad de la Cruz, lo central es el seguimiento personal y comunitario de Jesucristo, Sacerdote y Víctima, para transformarnos en Él y extender el reinado del Espíritu Santo en el mundo.

NUESTRAS FUENTES

Concepción Cabrera de Armida

Monseñor Ramón Ibarra y González

Padre Félix de Jesús Rougier, M.Sp.S.

Concepción Cabrera de Armida, conocida como Conchita, fue una mujer mexicana, esposa, madre de nueve hijos. Nació en San Luis Potosí en 1862 y vivió una vida profundamente unida a Cristo en medio de sus deberes familiares y cotidianos. Su gran amor por Jesús Crucificado y su deseo de colaborar en la salvación de las almas la llevaron a ofrecer su vida como víctima de amor, en unión con la cruz de Cristo.

A través de una intensa vida espiritual y un abundante legado espiritual escrito  —más de 60,000 páginas—, el Señor le confió diversas obras, entre ellas el Apostolado de la Cruz, cuyo centro es la espiritualidad de ofrecer el sufrimiento con amor. Su testimonio sigue tocando corazones hoy, recordándonos que la santidad es posible en la vida diaria y que el amor crucificado tiene un poder transformador.

Conchita fue beatificada el 4 de mayo de 2019 en la Ciudad de México. Su vida sigue siendo una luz para quienes desean vivir en profundidad el Evangelio desde su realidad concreta, configurando su corazón con el del Crucificado.

El Padre Félix de Jesús Rougier fue un sacerdote misionero francés, llamado por Dios a colaborar en el nacimiento de las Obras de la Cruz. Nació en 1859 en Francia y, tras años de entrega como Misionero del Espíritu Santo, se convirtió en uno de los grandes pilares de la Espiritualidad de la Cruz.

Su encuentro con Concepción Cabrera marcó un giro en su vida. A través de la obediencia y la confianza en la voluntad divina, descubrió que Dios lo llamaba a fundar una nueva congregación sacerdotal: los Misioneros del Espíritu Santo, obra que nacería del corazón de la espiritualidad que compartían. A pesar de múltiples obstáculos, perseveró con humildad, fe y una profunda vida interior.

El legado espiritual del Padre Félix es un testimonio de abandono total a la voluntad de Dios y de fidelidad al llamado del Espíritu. Hoy, su causa de beatificación está en proceso, y su figura sigue inspirando a quienes desean vivir configurados con Cristo Sacerdote y Víctima, en comunión con el Espíritu Santo.

Monseñor Ramón Ibarra y González fue un pastor ejemplar y figura clave en el nacimiento de las Obras de la Cruz. Nacido en 1853 en Taxco, Guerrero, fue el primer Arzobispo de Puebla y defensor de la vida espiritual en medio de tiempos difíciles para la Iglesia en México. Su cercanía a Dios, su inteligencia pastoral y su discernimiento lo llevaron a ser un apoyo para Conchita y para la formación del Apostolado de la Cruz.

Con una visión clara del misterio del Crucificado y una gran sensibilidad espiritual, supo reconocer la autenticidad de la experiencia de Conchita y la obra que el Espíritu Santo obraba a través de ella. Fue él quien, con prudencia y fe, dio el respaldo necesario para que esta espiritualidad echara raíces sólidas en la Iglesia.

Su legado como pastor sigue vivo en quienes buscan configurarse con Cristo Sacerdote y Víctima. Monseñor Ibarra fue un puente entre el carisma recibido y la estructura eclesial que lo acogió y lo multiplicó.

a light shines on the floor of a large building

Movidos por el Espíritu Santo, los miembros del Apostolado de la Cruz contemplamos a Jesús crucificado.
Comprendemos el misterio de la cruz y el llamado a tomarla en su seguimiento.
Asumimos y ofrecemos, por amor, el dolor, porque entendemos su valor salvífico cuando es vivido como Jesús.
Damos testimonio de esta verdad con nuestra entrega al Padre y a los hombres.

Como primera de las cinco Obras de la Cruz, compartimos esta Espiritualidad con numerosos hombres y mujeres que caminan con nosotros en la Iglesia.

  • Apostolado de la Cruz

  • Religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús

  • Alianza de Amor

  • Fraternidad de Cristo Sacerdote

  • Misioneros del Espíritu Santo

SÍMBOLOS DE LA CRUZ DEL APOSTOLADO

Cruz
Es el madero en el que Jesús llevó a su culmen la entrega y la ofrenda sacerdotal de su vida. Representa los sufrimientos externos de la pasión de Jesús, pero también la realidad a causa de la injusticia del mundo.

Corazón
Un corazón ofrecido, víctima, por eso se le ve traspasado por una lanza y rodeado de espinas. Y sin embargo, no es un corazón vivo y palpitante para con todos los hombres. Es un corazón sacerdotal que en sus heridas abiertas abarca y abraza a toda la humanidad.

Paloma
Representa al Espíritu Santo, que es la fuerza del Amor de Dios. Por su colocación (encima de la cruz) y su postura (con las alas bien abiertas) se da a entender que esa "fuerza de amor" lo domina y lo abarca todo.

Sólo en el Espíritu Santo se puede amar tanto, sólo desde una fuerza divina se entiende una entrega tan radical. Y es que Jesús está lleno del Amor de Dios: "el Espíritu de Dios bajó como una paloma y se posó sobre él; y se oyó una voz del cielo: "Este es mi Hijo, a quien yo quiero, mi predilecto" (Mc 3,16-17).

“Jesús, Salvador de los hombres, sálvalos, sálvalos”.

Este grito surge el 14 de enero de 1894 del amor salvador de Jesús perpetuado en el corazón de la Beata Concepción Cabrera.

Conchita, como es llamada con afecto por todos sus hijo(a)s espirituales que formamos la Familia de la Cruz, escribe en su diario este momento histórico: "...sentí como si una fuerza sobrenatural me arrojaba al suelo y con la frente en la tierra, en los ojos las lágrimas y el fuego en el corazón le pedía al Señor con vehemencia, con un celo devorador la salvación de las almas: Jesús, salvador de los hombres, ¡sálvalos, sálvalos!".